Por: Luis Palos
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Si hay algo que nunca falta en el día a día de cualquier capitalino es una buena historia del transporte público. Que si el metro se quedó parado entre estaciones por varios minutos, que si el camión venía tan lleno como lata de sardinas, o que si el tráfico decidió que hoy llegaríamos tarde otra vez. Siempre hay un reto que sortear, ¿a poco no? A continuación, les comparto algunas de las situaciones más comunes que atravesamos en el trayecto a nuestros destinos:
Empecemos con el clásico: el retraso. Uno planea su día con toda la esperanza del mundo, pero el transporte tiene otros planes. El metro tarda siglos en llegar, los camiones aparecen cuando les da la gana, y el tráfico… bueno, el tráfico es el jefe final de esta odisea. No importa cuantas precauciones tomes, en algún punto serás víctima de este mal.
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Y cuando por fin llega nuestro medio de transporte, ahí viene la siguiente prueba: ¡subir sin ser absorbidos por la multitud! Entrar a un vagón del metro en hora pico es como participar en un torneo de lucha libre sin previo aviso. Mochilas volando, codazos amistosos (o no tanto), y la sensación de que el aire se volvió opcional.
Todos hemos escuchado o vivido alguna mala experiencia. Ya sea que alguien quiera hacer un “préstamo involuntario” de nuestras pertenencias o que un personaje desagradable decida incomodar a los demás. Viajar con los cinco sentidos alerta se vuelve una habilidad de supervivencia. No podemos permitirnos descuidar nuestras pertenencias en ningún momento.
Y ni hablemos del estado del transporte… ¿Alguna vez se han subido a un camión que suena como si fuera a desarmarse en cualquier momento? ¿O han visto un vagón del metro que parece sacado de una película de terror? Pues sí, a veces da la impresión de que estamos en una prueba extrema de resistencia. Pero a veces también es nuestra culpa. No cuidamos el transporte y tiramos basura. Poco podemos hacer para mejorar la experiencia. Pero algo es algo.
Pero bueno, no todo es malo. A veces encontramos pasajeros buena onda, músicos talentosos que nos alegran el trayecto o hasta nos toca un asiento libre. Y aunque el sistema necesita muchos arreglos, sabemos que con mejoras y más inversión, podríamos tener un transporte digno y eficiente. Mientras eso pasa, solo nos queda respirar hondo, sacar nuestro mejor humor y seguir compartiendo anécdotas de este épico viaje diario.
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